Un paseo por el pasado…

Zorua avanzó por el césped un largo rato, sin saber realmente a donde se dirigía.
Poco a poco, comenzó a vislumbrar una casa, parecida a donde vivían esas cosas llamadas humanos, solo que esta parecía ser mas grande y no había humanos.
Luego de estar lo bastante cerca de la casa, dijo en voz alta:
-¿Hay alguien aquí?-

Kurai bajó las orejas, pero después las levantó y comenzó a intentar escuchar de donde provenía la voz.
Entonces, vio algo a través de la ventana. Por un momento, no reconoció nada salvo un bulto negro, hasta que se dio cuenta de que se trataba de un Zoroark. Al instante, la vaga imagen de su madre recorrió su mente, y, por un momento, se sintió mareada.
-¡Ya no soy una bebé!- Exclamó esta -¡Se pelear!-
Dicho esto, se paro en dos patas y comenzó a cargar una extraña energía, pero entonces Kurai se calló de espaldas y perdió la energía concentrada.

En el sótano de la mansión había pequeños tragaluces por los que solo cabría alguien pequeño. Ahí es donde ella entraba. Se coló por uno de los huecos cayendo con sigilo al suelo.

Allí fue donde iluminó con las llamas de su cuerpo el abandonado desván, y se mostró su figura. Era pequeña para su especie. Tenía una mezcla entre pelaje azul y crema, y el fuego le salía del trasero y la cabeza en forma de cresta.
La Quilava sonrió y comenzó a caminar esperando no toparse con fantasmas, aunque tenía armas para combatirlos.

-A ver que tenemos en este sitio... -comenzó a subir las escaleras para cambiar de piso hasta que...
¡SCREEEEECH! Uno de los escalones de madera que pisó produjo un sonoro crujido:
-Maldición

Kurai, que estaba en el suelo cuando el zoroark abrió la ventana, se levantó de golpe con las orejas levantadas. No se esperaba que el pokemon en cuestión fuese un zoroark.
Antes de que Kurai pudiese responder, el zoroark pareció escuchar algo dentro de la mansión.
Algo se agitó en la mente de Kurai ¿Un fantasma? A Kurai no le agradaban para nada los fantasmas a pesar de ser tipo siniestro.
-¿Un fantasma?- Dijo Kurai, dando voz a sus pensamientos, mirando con curiosidad al zoroark.

Por las escaleras apareció una nube de polvo. T.K había intentado dar una entrada dramática, pero le había salido mal la jugada, y salió tosiendo y apartando el polvo de su hocico con una pata.
La Quilava echaba un suave fuego desde su cabeza, iluminándola lo justo para cuando apareció al borde de las escaleras. Cuando vio a Zoroark, y más abajo a la Zorua, saludó como si los conociese de toda la vida:
-Hey~

La cresta de fuego de la Quilava aumentó su intensidad cuando escuchó que la llamaba 'niña'. No era bueno hacerla enfadar. Aún con una pata en la cadera lo señaló:
-Ten cuidado con tus palabras, melenas -se puso a cuatro patas y comenzó a deslizarse con agilidad por el polvoroso pasamanos de la escalera hasta descender cerca de Kurai- Esta 'niña' sabe algunos trucos

Aunque mirando bien al Pokémon de tipo siniestro... Le resultaba curiosamente atractivo. También influía el hecho de que ella desfallecía por cualquiera que la superase en tamaño, que era la mayoría de aquellos con los que se cruzaba. Le guiñó un ojo con una traviesa sonrisa y luego miró a la Zorua.
'¿Ella es la otra niña?' pensó.

Se sentó en el suelo, irguiéndose cuan larga era de una manera algo orgullosa, mirando a los demás. ¿Eran familia? Después de todos, un Zoroark y una Zorua en una mansión y juntos, podría dar lugar a confusión, pero por la situación, deducía que eran todos desconocidos.
-Te-hee~ ¿Hace calor aquí o soy yo? El ambiente es algo deprimente -confesó sin temor a críticas. Rozó el suelo con un dedo, y se miró el polvo que había acumulado en el pelaje- Tal vez una manita de pintura... O de desinfectante -agregó en voz más baja.

De cualquier modo, T.K se levantó, caminando a cuatro patas con elegancia y rodeó a Kurai, examinándola y analizándola con la mirada. La Quilava acabó finalmente a dos patas, con los brazos cruzados:
-¿Alguno de ustedes vive aquí? Porque debo confesar que no me iba a cortar 'tomando prestados' algunos objetos de la casa...

Movió las orejas mostrando los colmillos con una sonrisa traviesa cuando lo escuchó aparecer hablando por detrás. Poderoso, sí. Habilidoso, quizá, pero no tanto como ella. Nadie era como ella.
-Oh, muy tierno -con un suave tono de voz, miró de reojo hacia atrás, donde Kan se había colocado-A mi me llaman T.K. Mi nombre completo me lo ahorraré por ahora -la pequeña Quilava volteó a ver el bulto negro que era la Zorua- ¿Y tú, honey?